Que hoy sea un gran día para ti, y que al mirar el sol que nace nuevamente, agradezcas tener un día más para amar, perdonar y olvidar. No permitas que nada malo ponga un velo de tristeza en tu rostro, sonríe, descansa, sueña y sobre todo, sé feliz. Siempre hay una nueva oportunidad para ser mejores, y no debemos permitir que las críticas de los demás nos quiten el sueño. Aquellos que te critican y te hacen sentir mal, simplemente no te conocen, y no pueden ver el brillo que hay dentro de ti. Dios pone esa luz en tu corazón, y eso es más que suficiente para sentir gratitud.
Madre mía, mamita bella, cada día doy gracias infinitas a Dios Padre, a Dios Hijo, y a Dios Espíritu Santo, por tenerte aún conmigo. Tú llenas mi vida con una fortaleza única y una alegría contagiable, lo haces con tu presencia, tu voz, tu mirada, el escuchar de tus pasos, tu risa y consejos... que aunque sean repetitivos me hacen mucho bien. Tenerte aún conmigo es respirar cada día el aire más puro,
es ver a un ángel de Dios protegiéndome, es hablar con el lenguaje más dulce y tierno, es sentir que tú, mamaíta linda, eres y serás hasta la eternidad la bendición hecha vida, y vida en abundancia. Te amo madre, gracias por amarme incondicionalmente.