Aprendí a amarte a distancia, a amarte de memoria, porque si no existieras tendría que inventarte, pero no es necesario, porque tú existes aquí en mi corazón y en mi mente. Muchas veces incluso puedo escuchar tu voz que me llama, y sé que no estoy soñando, eres tú... eras tú. No podías ser nadie más que tú.
Eres mi querido sueño, y en mis oraciones siempre pido al Altísimo por tu cuidado a pesar de la distancia. Pido que aunque no puedas sentir mi presencia física, al menos mi alma pueda volar para consolarte como un suave y fresco viento. Que en esos momentos, mi recuerdo venga a tu mente y pienses en mí, de forma que podamos sentirnos conectados a pesar de las barreras, los mares y las tierras distantes que nos separan.
Dondequiera que vayas, podrás sentirme cerca. He ido allí con mis pensamientos, mis ansias y todo mi amor. Aunque estemos separados por la distancia, mi amor llega hasta donde tú estás, depositado en una caja que solo tú puedes abrir, ya que eres quien tiene las llaves y conoces bien la clave de mi corazón.
No hay distancia que pueda separar este amor que siento por ti. Te amo cada año, cada mes, y en estas fechas mi amor por ti crece aún más. Aunque estemos lejos, siento tu presencia en mi corazón, como si estuvieras aquí a mi lado abrazándome. En esos momentos me siento segura, amada, y sé que nuestro amor es más grande que cualquier distancia que pueda existir entre nosotros. Tu amor vive en mi corazón y en mi mente, y siempre estarás presente en mi vida.
Todos los días tienen un minuto en el que cierro los ojos y disfruto echándote de menos, extrañando cada palabra que se dijo y lo que callamos, pero sobretodo, recordando las alegrías que causaban nuestros encuentros. Y ahora, aunque ya no estés aquí, te deseo lo mejor, y que algún minuto de tu vida, cierres los ojos y me recuerdes.
