Nadie nos puede cerrar la puerta de nuestro corazón, si se cierra es porque nosotras mismas lo hemos cerrado. Ni el desprecio, ni la adversidad, ni el desamor, ni nada que vivamos puede clausurar nuestros corazones. Y ninguno de estos motivos es buena razón para que dejemos de lado nuestro corazón. Siempre merece la pena vivir con alegría, esperanza y un corazón abierto a la vida.