La única forma de superar el sufrimiento es enfrentándolo y pasando por él. Dios nunca te dará más de lo que puedas soportar, así que carga tu cruz y regocíjate en la recompensa. Aprendamos a llevar nuestras cargas sin quejarnos, y pidamos al Señor fuerza y fortaleza para salir adelante y triunfar. Cualquiera sea nuestra cruz, cualquier sea nuestro dolor, siempre habrá un resplandor después de la lluvia. Quizás tropecemos, quizás incluso caigamos, pero Dios siempre está listo para responder a nuestra llamada. Él siempre enviará un arcoíris después de la lluvia.